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miércoles, 7 de marzo de 2012

Procesos Adaptativos

Las aplicaciones en forma sistémica de las cargas de entrenamiento en el Rugby producen una serie de procesos adaptativos a nivel biofuncional, siendo algunos apreciables a simple vista y se constatan observando a los jugadores (por ejemplo la frecuencia cardíaca y la frecuencia respiratoria). Otros son internos y se aprecian con evaluaciones de laboratorio.

Todo éste complejo adaptativo se podría dividir en cuatro etapas bien diferentes, de las cuales hoy analizaremos dos:

Una primera etapa donde el proceso de adaptación tiene lugar sobre procesos de tipo coordinativos y motores. Son apreciables y se observan a simple vista. El jugador de Rugby en etapa de iniciación notará los cambios. En ésta fase comienza a cambiar la estructura de la técnica del deporte. Teniendo en cuenta un gesto específico, el jugador empieza a desarrollar economía de movimiento y eficiencia gestual. También existirá economía metabólica, con un gasto proyectado hacia la eficiencia técnico-mecánica. Los síntomas de fatiga se trasladan hacia mayores intensidades y/o distancias recorridas. La economía en el proceso técnico gestual posibilita cambios a nivel inter e intramusculares, dependiendo de la carga de trabajo.

En la segunda etapa, existe especial énfasis adaptativo en la esfera del metabolismo energético. Los jugadores de Rugby con mayores magnitudes cuantitativas energéticas, tendrán ventajas sobre aquellos que están en situación deficitaria en ese sentido. Aquí será muy importante el incremento de las reservas de glucógeno tanto a nivel hepático como muscular, y también en cierta medida la glucosa sanguínea. Esto permitirá en el futuro actuar dentro de un esfuerzo relativamente prolongado y con mayores niveles de intensidad, y lo que es muy importante, dentro de la misma estructura energética.

El estímulo óptimo para el incremento total de las reservas de glucógeno lo constituye precisamente su sistemática reducción periódica, es decir, aprovechar la primera reacción dentro del proceso supercompensatorio.

Los trabajos de alto nivel aeróbico o superaeróbicos, traducido en varios días continuos, determinan una drástica reducción de los niveles de glucógeno, prácticamente a niveles críticos. Trabajos de ésas características necesitarán aproximadamente 48 horas para restituir glucógeno, y siempre con una alimentación rica en carbohidratos. En determinados microciclos de competencia no es necesario vaciar tan drásticamente los niveles de glucógeno. Con valores sistemáticos y repetidos del 50 % del vaciado muscular provoca una excelente supercompensación. Esto no sólo incrementa cualitativamente el sustrato, sino que también lo hace su acción metabólica.

Según investigaciones, la primera etapa insume unos 10 días mientras que la segunda, con la hipertorfia y el incremento de los depósitos de glucógeno, necesitará de 10 a 20 días.
En la tercera etapa, se manifiesta una nueva optimización de la acción motora, pero es producto de los cambios estructurales producidos en la etapa anterior. Mientras que al comienzo los cambios a nivel motor se produjeron debido a modificaciones a nivel del sistema nervioso central y periférico, esta última tiene como base el acoplamiento de las modificaciones a nivel muscular, específicamente en el orden metabólico. A partir de aquí existe mayor capacidad selectiva en cuanto a la participación de las fibras lentas y rápidas en la compensación de los diferentes movimientos. Estos síntomas se manifiestan entre la tercera y la cuarta semana de entrenamiento. En éstas circunstancias y con la finalidad de producir un mejor acople entre los procesos puramente motores y los procesos metabólicos-energéticos, es necesario reducir en determinada magnitud la composición de los estímulos. Se recomienda la disminución del trabajo en aproximadamente un 30 %. Contrariamente a lo que se puede suponer, el descenso momentáneo de la carga de trabajo no perjudica en absoluto la performance, todo lo contrario, reafirma el desarrollo de los distintos procesos de adaptación. Disminuir las cargas durante siete días, revitaliza la capacidad de liberar mayores magnitudes de energía, sea la fuente metabólica que se trate.

En la cuarta etapa se da el tramo final del proceso de adaptación dentro del ciclo de trabajo. Consiste en el refinamiento y perfeccionamiento de todos los procesos funcionales y estructurales que han ido creciendo durante el ciclo en cuestión. Algunos autores citan que éste estado de perfeccionamiento momentáneo se logra luego de seis semanas de entrenamiento continuo aunque la variable hereditaria hay que tenerla en cuenta. Dentro de ésta etapa se necesitan emplear cargas de trabajo similares o parecidas al de competencia. Un nuevo aumento o incremento del rendimiento se puede obtener mediante una reelaboración de las cargas de trabajo, marcando el inicio de un nuevo ciclo de trabajo.

Sin embargo la nueva estructura del entrenamiento puede llegar a ser bastante diferente aún entre deportistas de la misma especialidad y mismo equipo, respondiendo a los niveles alcanzados individualmente en las cargas previas.

Los que se inician incrementan en buena medida la composición de estímulos, mientras que las modificaciones entre los de buen nivel son menores. De todas maneras, las modificaciones funcionales y estructurales no se dan en todos por igual. Es por esa causa que a veces constituye un riesgo el efectuar planificaciones con demasiado tiempo previo, y ésto se debe a la diversidad de reacciones que pueden tener los deportistas ante las cargas de trabajo.

Por las distintas características que pueden presentar los estímulos del entrenamiento, las modificaciones funcionales y estructurales básicamente funcionan de la misma forma. Lo más importante es considerar la estructura de los estímulos o ejercicios.



Fuente:Rugby Time

Autor:Profesor Juan Casajus

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