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jueves, 29 de diciembre de 2011

Métodos para mejorar como jugador

Nuestro juego exige hoy a nuestros jugadores un estado óptimo en todos los rubros: físico, técnico, táctico y mental.
Cada uno de estos aspectos que conforman la totalidad de las capacidades de cada jugador, puede y debe ser entrenado en forma consistente.
Está claro que existen, y en gran variedad, muchos y muy buenos métodos de entrenamiento físico: estos se desarrollan tanto en sesiones con todos los miembros del equipo como en entrenamientos individuales y personalizados, abarcando sus distintas áreas (fuerza, velocidad, resistencia, reacción, flexibilidad, etc,).
En el aspecto técnico, la ejercitación de gestos técnicos es habitual, tanto de modo grupal como individual. En lo referente a lo táctico, cada vez es mayor el desarrollo de entrenamientos que apuntan a estimular la capacidad de resolución y decisión táctica del jugador en cada aspecto del juego.
En lo que aún queda bastante por hacer es en el aspecto mental del jugador. Más allá de la importancia de consolidar un grupo-equipo con su identidad y sus valores propios, de estimular el altruismo irrenunciable que el rugby pide, de buscar la cohesión y de establecer metas y objetivos de equipo, el desarrollo de las destrezas mentales o psicológicas individuales no ha encontrado aún su lugar definido dentro de la preparación de cada jugador.
La falta de tiempo, el aumento en la exigencia de los otros tres rubros, la falta de conocimiento y algunos preconceptos errados derivan en cierta indiferencia ante el trabajo sobre el aspecto mental, que sin embargo es señalado y aceptado unánimemente como muy importante e influyente en la performance de cada jugador.
Aquí mostraremos un método simple y de probado éxito que ayuda a que cada uno, individualmente y en el tiempo del que disponga, pueda mejorar los aspectos mentales de su juego que más necesite.
James Loehr, norteamericano, famoso psicólogo del deporte, ha desarrollado un método casero y fácil. Ken Hodge y Alex Mc Kenzie, psicólogos deportivos de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda, han implementado el PST, un método más completo pero muy similar al anterior. Va aquí una muestra muy resumida de una mezcla de ambos.

Paso 1: Diseñar una lista extensa sobre todos los aspectos mentales o psicológicos a considerar.
Aquí van algunos de ellos:
Competitividad Gusto por los desafíos Energía
Resiliencia Concentración amplia Visualización
Competitividad Concentración estrecha Ritualidad
Autoconfianza Receptividad al aprendizaje Motivación
Compromiso Charla interior (self-talk) Madurez
Agresividad Manejo de la frustración Tolerancia
Autocontrol Estabilidad emocional Optimismo
Sentido de equipo Manejo del stress Paciencia
Capacidad de relajarse Actitud de servicio Disciplina
Lenguaje corporal Actitud pre-partido Responsabilidad
Capacidad de comunicarse

Estas son algunos de los aspectos mentales a considerar. Por supuesto, se pueden agregar todos los que se deseen.

Paso 2: Calificar cada uno de los ítems de la lista de 0 a 10. Una calificación de 0 a 4 indica debilidad en esa área; una calificación de 7 a 10 indica fortaleza en esa área.
Aquí hay un punto importante: no siempre es uno mismo el más indicado para calificarse.
La subjetividad innata de cada uno hace que nuestra propia imagen sea siempre más “benévola” que lo que la realidad objetiva muestra.
Muchas veces (la mayoría) conviene que la calificación sea hecha por un amigo cercano y confidente, un compañero de equipo o un entrenador, en definitiva alguien en quien se tenga gran confianza, por ejemplo.

Paso 3: Elegir, para empezar, las cuatro características en las que la calificación haya sido más baja.
Se escriben las cuatro en una hoja de papel y se hace un diagrama en la hoja en blanco. Veamos un ejemplo:

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21… 30
Paciencia (3)
Autocontrol (3)
Charla interna (3)
Capacidad de relajarse (3)


Paso 4: Durante los próximos treinta días, estos 4 puntos serán de diaria consideración. Al final de cada día, se anota en la hoja de papel mostrada en el ejemplo:
- un signo positivo (+) si ese día se ha hecho algo útil tendiente a mejorar la debilidad señalada
- un signo negativo (-) si, por el contrario, ese día se ha hecho o ha ocurrido algo que haya empeorado ese aspecto a mejorar
- un signo (0) si ese día no se ha hecho nada sobre el aspecto a mejorar
En este punto es importante señalar algunas cosas:
- No es cuestión de autopresionarse en exceso con esto, pero sí es necesario tener en consideración permanente aquello sobre lo que se quiere mejorar. Es claro que nadie iniciaría este pequeño método si no tuviera un real y genuino interés en ello. Es claro que el mejoramiento nunca viene solo; es uno mismo quien debe producirlo, y es desde ya que requiere un esfuerzo personal y constante.
- Los treinta días bien pueden ser sesenta o la cantidad que se prefiera. No conviene que los plazos sean muy largos, ya que la rutina se transforma en enemigo de los progresos y va disipando el interés y el entusiasmo.

Paso 5: Al cabo de los treinta días, se repite la evaluación. Si se ha mejorado en los términos esperados, se hace el mismo procedimiento para las cuatro características que siguen en orden en peores calificaciones.
Si la mejoría en alguna de los rubros no ha sido suficiente, pueden hacerse dos cosas: una, insistir treinta días más; otra, hacer un nuevo intento para seguir mejorando, treinta días después, como si fuera una nueva tanda de destrezas a mejorar, luego de la segunda.

Quedan algunas consideraciones finales, no por ello menos importantes:

- Es clave para el éxito de este sencillo método que quien lo realice sepa cómo mejorar sus deficiencias. No es que estemos dando eso por sentado, es simplemente que cada destreza mental o personal tiene una forma de ser trabajada o mejorada, y el espacio que tenemos para tratar esto aquí no es muy extenso como para explayarse en cada una de ellas.
Simplificando y por ejemplo: el autocontrol mejora con self-talks adecuadas y palabras “gatillo”, la autoconfianza mejora con concentración y el desarrollo de rituales, la concentración mejora aprendiendo a relajarse y con ejercicios de visualización, la relajación reconoce tres métodos principales fáciles de implementar, y así cada cosa tiene su manera de ser mejorada.
Hay bibliografía muy recomendable al respecto, entrenadores que saben sobre este tipo de cuestiones, bastantes fuentes donde buscar. A quien tiene genuino interés por mejorar estas cosas no le resulta difícil hallarlas.

- También es útil para el buen resultado de esto que haya un monitoreo del esfuerzo que se va realizando, que bien podría hacerlo la misma persona que ayudó en la calificación de la lista original.

- Es fácil deducir que este método casero sirve para mejorar… cualquier cosa que nos interese mejorar, no sólo asuntos relacionados al rugby. Cuestiones de nuestra vida cotidiana, laboral, profesional o de relación, pueden ser incluidas dentro de este programa tan sencillo.

Nada es fácil, pero todo puede lograrse. Se necesita lo de siempre: humildad, disciplina, esfuerzo. ¿Les suena conocido?

Autor: Miguel A Hernandez
Fuente:Sanisidroclub.com.ar

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