3º) Escuchar a los jugadores
Es valioso que el entrenador, luego de realizar los ejercicios y casi sobre el epílogo de la practica, se enriquezca del comentario de los jugadores. Por varios motivos. En primer termino, porque de esa manera se sienten involucrados y comprometidos en el aprendizaje.
En segundo lugar, porque empaparnos de la opinión de los jugadores, es conocer su punto de vista y saber sus inquietudes. Es saber si están a gusto y en armonía con lo que practican.
En ejercicio del estilo cooperativo, recibir sugerencias de los jugadores es invitarlos a que piensen y reflexionen sobre las tareas realizadas; es invitarlos a pensar para contribuir con la practica y la enseñanza.-
4º) Reflexión final
En el final, es prudente que el entrenador termine la practica con una reflexión final, un comentario.
Esa reflexión final comprende un comentario de la practica en si mismo, en cual abarca aspectos no solo relativos a la enseñanza.
Toda vez que los jugadores hayan realizado una buena practica, será importante felicitarlos por el esfuerzo esgrimido.
Sin perjuicio de ello, el entrenador debe ser por sobre todo sincero. De nada sirve una felicitación a manera de elogio si este es inmerecido, porque no ayuda y sobre todo confunde a los jugadores.
El hecho de recompensarlos con un elogio (que debe ser siempre medido y sobre todo merecido) es reconfortante, porque el jugador necesita una recompensa por el esfuerzo realizado.
Si bien entrenar debe ser placentero y agradable, es indudable que entrenamiento es sinónimo de esfuerzo, (un lindo esfuerzo), que bien realizado contribuye al crecimiento y disfrute de los jugadores.
Por ello, hay que animarlos a que sigan interesados en aprender y perfeccionarse.
Además, es saludable ofrecer a sus jugadores sugerencias para mejorar. De todos nos podemos enriquecer, incluso del jugador menos pensado.
Los entrenamientos previos a la gran cita, constituyen la antesala de un partido de rugby. Es por ello saludable, que esa reflexión final sobre el entrenamiento, vaya acompañada del panorama general con que se encontrarán los jugadores durante el partido.
Situarlos mentalmente, es reducir al mínimo la posibilidad de ser sorprendidos por el rival.
Advertirles sobre el estado de la cancha, la conducta del público en la tribuna; o el comportamiento habitual del contrincante de turno, es brindarles una ventaja adicional a sus jugadores.
A su vez, el establecimiento de consignas resulta sumamente útil para no medir el rendimiento del equipo por el mero hecho que representa un resultado (ganar, empatar o perder).
Esas consignas u objetivos para cada partido deben ser concretas y específicas.
El cumplimiento de esa consigna contribuirá indefectiblemente en busca de un resultado, que deberá buscarse no como objetivo central, sino como una natural consecuencia.
En el establecimiento de consignas para cada partido, los errores más recurrentes del entrenador son:
Dos errores:
- objetivos abstractos
- objetivos de resultado
Los objetivos abstractos no conducen al equipo hacia una dirección específica; por ello, en el análisis que de la performance se haga, todo conduce a subjetividades. Ejemplo: “vamos a pasarlos por arriba”; “vamos a jugar mejor que el contrario” etcétera.
Será difícil medir el cumplimiento de las consignas y más engorroso aún utilizar las estadísticas como instrumento para medirlas.
Los objetivos de resultado, son objetivos que no dependen de uno mismo. Muchas veces el fracaso (el no cumplimiento de la consigna) se presenta sin que el involucrado tenga responsabilidad, o incluso algo de que reprocharse.
Si el entrenador se fija consignas como “hoy tenemos que ganar” u “hoy quiero golear y gustar”, ello conduce a fijarse objetivos del cual los jugadores no tienen el control absoluto, porque dependen del desempeño del contrario y también de la actuación del referí.
Incluso más; puede que sus jugadores hayan hecho un partido superlativo, o que - incluso - hayan rendido muy por encima de sus reales posibilidades, y que sin embargo el triunfo se les escape. En este caso, no habría nada que reprocharse y no obstante la consigna no estaría cumplida.
Establecer objetivos de resultado es entrar en terrenos poco aconsejables, ya que esas consignas no reparan en rendimientos ni merecimientos, ni tampoco se detienen a evaluar posibles progresos y evoluciones del equipo.
En síntesis, se deben establecer consignas concretas y especificas, cuyo cumplimiento redunde en un crecimiento y evolución del equipo en determinado rubro o aspecto.
Así, las consignas podrían ser: “defender sin infracciones”; “mejorar la continuidad del juego, aumentando la cantidad de fases en cada ciclo de posesión”; “mejorar los inicios del juego (scrums, line outs y salidas)”; “progresar en el control de la pelota”; “no cometer penales por indisciplina” etcétera.
Es saludable también como corolario, citar frases que engloben y resuman de manera acabada aquello que se pretende transmitir de cara a un partido.
Muchas veces memorizar una frase es más conveniente y resume de manera magistral el objetivo a que apunta el trabajo de todo un equipo.-
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