La acción táctica es la “unidad de juego” por excelencia. Multiplicada innumerables veces en un partido, conforma ni más ni menos que el desarrollo del juego.
Y toda acción táctica tiene una secuencia, una estructura invariable. Individualizando sus componentes tendremos los elementos necesarios no sólo para comprender los “por qué” de cada acción de juego decidida y ejecutada, sino también para detectar las fallas o errores que se cometan en el juego.
Para tratar de clarificar lo más posible la comprensión del juego, cabe señalar que en todas y cada una de las acciones tácticas hay tres fases perfectamente distinguibles:
a) La percepción y análisis de la situación (esto lleva al conocimiento de la situación, de lo que ocurre en ese momento)
b) La solución mental del problema (lo que lleva a la representación mental de lo que se va a hacer; la visualización; en definitiva, la decisión en sí)
c) La solución motriz del problema (es decir la ejecución práctica de lo decidido en la fase anterior)
Por lo tanto, queda claro que la primera y segunda fase tienen como resultado la representación mental de una solución ante una situación determinada, mientras que los medios para llevar a cabo esa solución son de naturaleza motriz, y debe agregarse también que en cada acción de juego se utiliza de manera coordinada información “interior” y exterior.
Estos procesos psicomotrices tienen entre ellos relaciones temporales que se desarrollan tanto simultáneamente como sucesivamente. Las tres fases suelen realizarse en pleno movimiento, y la cuestión clave es comprender que la ejecución de una acción de juego (la tercera fase de toda acción táctica) se lleva a cabo muchísimas veces en medio de una nueva situación de juego que ocurre inmediatamente después de la que originó “esta” ejecución, lo que implica tener que ejecutar la fase motriz de una acción táctica mientras se está entrando en las dos fases iniciales de la acción táctica siguiente.
Si la percepción, el análisis de la situación y el pensamiento se detienen durante la acción motriz (que como hemos dicho bien puede ser la solución del problema precedente más adecuada), no es raro que se cometan errores tácticos en caso de que hubiera un cambio inmediato de la situación de juego.
Este intríngulis que parece no tener fin se repite una y otra vez durante un partido y son el origen de lo que llamamos “errores tácticos”. Y son innumerables los factores que inciden en ese “desbalance” o pérdida de armonía entre los componentes de una acción táctica y su directa relación… con la siguiente acción táctica. Como una cinta de moebius o sinfín, las acciones de juego se enlazan y se continúan, y si no nos “dejamos llevar” al ritmo adecuado (que no es otro que “nuestro” ritmo), la cinta se corta; es decir, los errores aparecen.
Veamos cómo se originan entonces los errores tácticos, enumerándolos progresivamente desde su incidencia en la primera, segunda o tercera de las fases señaladas de toda acción táctica.
Estas pueden ser las fuentes de los errores:
-Amplitud del campo visual: no percibir elementos de la situación de juego que puedan ser importantes.
-Cálculos óptico – motores: evaluaciones incorrectas de distancia, velocidad o tiempo disponible.
-Pensamiento táctico: no analizar correctamente la situación.
-Conocimientos: desconocimiento de la solución más adecuada, lo cual impide elegir la acción más propicia.
-Velocidad de reacción: una decisión adecuada pero tomada en forma tardía, o una ejecución motriz que es menos rápida que la del adversario.
-Cualidades físicas de base: insuficiente aptitud o condición física.
-Habilidad (técnica): falta de dominio de la acción más adecuada, o también un exceso de atención conciente puesta en la técnica.
-Concentración: tanto la falta de la misma como un foco inadecuado de atención (recordemos los focos “internos” y “externos” de atención).
-Voluntad y motivación: pasividad, negligencia, indisciplina, descontrol, ansiedad.
-Espíritu colectivo: predominio injustificado de las acciones individuales (individualismo).
Por supuesto que el desarrollo de estas cuestiones es muy interesante y da para un desarrollo extenso. Pero sirve como medida inicial poner en la vidriera estos enunciados, aunque sea para tratar de acercarnos a la realidad del juego de una manera más racional y así poder crecer y hacer crecer a nuestros jugadores. Los cuatro aspectos básicos (el físico, el técnico, el táctico y el mental) deben contemplarse si se quiere optimizar la respuesta táctica.
Autor: Miguel A. Hernández
Fuente: sanisidroclub.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario