Muchos partidos parejos tienen uno o dos momentos “clave”, puntos de inflexión del partido en los que puede modificarse su desarrollo y/o decidirse el resultado del mismo.
Lo que ocurre es que no sabemos cuándo llegarán esos momentos; por esa razón es que debemos mantener nuestra concentración y atención durante todo el partido sin decaer. El rugby es un juego de permanentes interrupciones, lo que hace aún más difícil mantenerse enfocado en lo que ocurre y en la tarea que cada jugador debe realizar. Pero, así y todo, es posible.
A veces, esos “momentos de definición” se generan a partir de algún hecho puntual (que puede ser de diversa índole) que produce un cambio en el desarrollo del partido. Muchas y variadas son las situaciones de juego que pueden alterar o cambiar el rumbo de un partido para cualquiera de los dos equipos, tanto por favorecer a uno como por desfavorecer a otro: un try inesperado, repentino (por un rebote, un mal pique, una intercepción, etc), una fallida definición de una situación de try inminente, un penal accesible fallado, un penal dificilísimo convertido, un jugador clave que sale lesionado, un repentino cambio en las condiciones climáticas (lluvia torrencial, fuerte viento repentino, etc), una expulsión, una amonestación que genera jugar con uno menos durante un tiempo, un reemplazo, un drop desde lejos, un fallo equivocado del referee con consecuencia directa en el tanteador, un penal pateado a los palos que rebota en un poste, un dominio continuo en el juego que no se refleja en el tanteador, una jugada desafortunada, una decisión errónea, sobre todo en situaciones favorables, un cambio de puesto o posición entre jugadores, dos o tres errores individuales sucesivos, de un mismo jugador o de más de un jugador, etc, etc.
Todos estos hechos pueden generar momentos “de quiebre” o “de inflexión”, a partir de los cuales: o se “desempareja” el trámite del partido, comenzando a favorecer claramente a uno de los dos equipos, o en alguno de los dos equipos se modifican (voluntaria o involuntariamente, advertida o inadvertidamente) las características y/o la eficacia de su juego.
Más allá de las circunstancias puntuales que pueden transformar determinados pasajes del partido en “momentos clave”, hay partes o tramos de un partido que siempre es necesario tener en consideración especialmente; y en las que nuestro nivel de atención y concentración debe ser máximo. Ellas son:
- Los períodos de “tres minutos”
- El último tramo del partido
- “Nuestro momento”
- “Cuando no nos sale una
El rugby de “tres minutos”
El así llamado “rugby de tres minutos” (como lo llama Jim Greenwood) exige a un equipo jugar en esos mini períodos de tiempo con máxima intensidad, como si el resultado dependiera de lo que el equipo pudiera hacer con la pelota en esos tres minutos o de lo que pudiera aguantar defendiendo sin la pelota en esos tres minutos.
Incluye … … los tres minutos iniciales de cada tiempo
… los tres minutos que siguen a alguna interrupción prolongada
… los tres minutos siguientes a haber marcado puntos
… los tres minutos siguientes a haber recibido puntos en contra
… los tres minutos finales de cada tiempo
Para remarcar la importancia que tiene el “rugby de tres minutos” dentro del trámite de un partido, vale mencionar estos datos: Estudios hechos evaluando partidos de rugby tanto de nivel local como internacional demostraron que del total de puntos marcados en todos los partidos incluidos en la amplia muestra, el 58% de los puntos y el 62% de los tries fueron concretados en segmentos de “rugby de tres minutos”.
La importancia de estos segmentos de juego dentro del tiempo total de un partido es tal que seguramente nos ocupe una futura entrega, ya que cada uno de esos pequeños segmentos tiene una particularidad diferente.
Fuente: Sic.com.ar
Autor: Miguel A. Hernández
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